Los piojos y liendres son un problema asociado principalmente con los más pequeños de la casa, pero también puede afectar a los adultos. De hecho, el contagio cuando aparece la pediculosis en las escuelas a toda la familia es relativamente normal, aunque muchos no lo quieran reconocer. El trato que debemos hacer en adultos y niños no es exactamente igual porque no es igual ni su psicología ni su fisiología. Te ayudamos a saber cuáles son las diferencias básicas entre ambos y cómo modificar los tratamientos en función de estas características.

Diferencias físicas

Fisiología en desarrollo y más propensa a los agentes externos

La piel de los niños y niñas es más fina y absorbente que la de los adultos y, al encontrarse en desarrollo, mucho más propensa a cualquier agente externo. Los piojos no ven en ello (más allá de lo que comentaremos algunos puntos más abajo sobre la facilidad para obtener la sangre que les sirve de sustento) una facilidad, pero sí que es importante a la hora de elegir un tratamiento.

Como padres deberemos escoger aquellos que sean lo más respetuosos con la salud de los más pequeños, sobre todo si tenemos en cuenta que cualquier químico será absorbido por su piel con rapidez. Y, si podemos evitar el uso de champús y lociones utilizando un tratamiento más eficiente como los mecánicos realizados por profesionales, mejor.

Tipo de cabello: distinto en función de la edad

El cabello en general, y en concreto su grosor, va modificándose y cambiando a lo largo del tiempo. Una vez se adquiere el pelo definitivo, este es mucho más grueso y abundante durante las primeras etapas de la vida.

Los piojos toman el alimento del cuero cabelludo, pero utilizan los pelos para adherir las liendres y poder, así, reproducirse. En este sentido los niños y niñas tienen una composición del pelo en donde la cantidad y el grosor del mismo facilita la puesta de huevos, haciéndola mucho más rápida que en el caso de los adultos.

Cambio en el PH de la piel

El cuero cabelludo, aunque es una zona del cuerpo con una piel con unas características propias (suele ser más gruesa, está llena de folículos pilosos, etc.) también tiene su propio PH. Conforme avanzamos en edad este equilibrio cambia. Los bebés, de hecho, todavía no tienen formado el manto ácido que le protegerá en el futuro, el cual se va creando paulatinamente durante los primeros años de vida.

Como sabemos, el PH de la piel afecta a cómo se reproducen los piojos y las liendres. Un medio más ácido los hace menos propensos a que la evolución de la infestación sea rápida. En este sentido el equilibrio en los niños y niñas preadolescentes es mucho más delicado y se puede ver más afectado por tratamientos con productos químicos.

Grosor de la piel

Conforme el cuerpo humano va madurando desde su nacimiento hasta, más o menos, los quince años de edad, la piel va adquiriendo el grosor que terminará teniendo durante su época adulta. Los piojos son unos parásitos que se alimentan de la sangre de su huésped y, para ello, necesitan hacer pequeñas incisiones o heridas de las que extraerla.

El grosor de la piel, por tanto, es muy importante para que estos insectos logren llegar a su alimento, el cual tienen más fácil en los más pequeños de la casa. Esta facilidad para adquirir los nutrientes les permite acelerar el proceso de reproducción, infestando la cabeza en menos tiempo.

Cantidad de grasa en la piel

Aunque la cantidad de grasa de la piel cambia a lo largo del tiempo, es la adolescencia el periodo de tiempo cuando más acuciado es este cambio. Durante estos años (momento durante el que suelen aparecer otros signos asociados como el acné) la capa de grasa de la piel aumenta.

Los piojos y las liendres no se ven afectados por la suciedad y grasa del cabello, pero sí que pueden ver ralentizado su crecimiento y velocidad de infestación ligeramente. A pesar de ello, esta barrera natural no es lo suficientemente fuerte como para detenerles en su búsqueda de alimento.

diferencias niños y adultos piojos

Diferencias psíquicas

Capacidad para mantener los tratamientos

Los adultos tenemos más conciencia sobre lo que nos rodea y sus consecuencias. Esto nos permite tener presente cómo actuar en cada momento y mantener una constancia en los tratamientos a aplicar. En el caso de los niños y niñas es necesario que haya un tutor supervisando que mantenga las medidas que le permitirán eliminar la plaga.

Afortunadamente, y gracias a la nueva tecnología de la que disponemos, es posible eliminar los piojos y las liendres en unos pocos minutos. Los tratamientos mecánicos realizados por profesionales en los centros especializados en la eliminación de piojos y liendres están permitiendo a padres y madres garantizar la erradicación sin alargarla en el tiempo, reduciendo la probabilidad de que la infestación vuelva a aparecer.

Concienciación: constancia en las medidas preventivas

Las medidas preventivas son básicas para reducir las probabilidades de contagio de piojos y liendres. A pesar de ello los niños, principalmente durante sus actividades en la escuela, se olvidan de esta situación y, aunque les hayamos explicado qué deben hacer para no contagiarse, terminan compartiendo prendas y juntando las cabezas.

De nuevo es necesario que hagamos un seguimiento constante que supla esta falta de prevención por parte de los más pequeños.

Reacción social

Sufrir de piojos y liendres es un estigma social tanto en adultos como en niños, pero son los más pequeños los más susceptibles a este problema. Los psicólogos recomiendan tomar una serie de medidas por parte de todos los padres para que este problema no derive en un caso de abuso escolar. Y es que, aunque no lo tengamos muchas veces en cuenta, la pediculosis es una de las causas de bullying en el colegio.

Tener en cuenta los principios básicos de tolerancia y respeto, y conocer bien la plaga de piojos y liendres, es suficiente para que este problema no avance. A pesar de ello somos los padres los primeros que debemos tenerlo claro, porque somos nosotros los que, inconscientemente, iniciamos ese problema.