Los piojos, esa plaga que nos visita año tras año y que tenemos la sensación de estar eliminándola constantemente en nuestros hijos e hijas. Pero, ¿nos hemos parado a pensar en qué épocas del año aparecen más? ¿Sabemos qué meses son los más propensos a que estos parásitos puedan contagiarse a nuestros hijos? ¿Y los momentos en los que debemos ser más cuidadosos y seguir de manera más exhaustiva las medidas de prevención de piojos? Esta información puede ser crucial si queremos estar bien preparados y minimizar el riesgo.
Los piojos y las liendres no pueden vivir fuera del cuero cabelludo humano, por lo que deben contagiarse a otro niño o niña antes de que sean eliminados de su cabeza. Esta necesidad de estar en constante expansión, unido a la temperatura que necesitan para poder reproducirse con rapidez, delimitan los momentos del año en los que existen más probabilidades de que aparezcan.
La temperatura y la humedad son sus aliados: a los piojos les encanta el calor
Es cierto que los piojos son capaces de resistir a temperaturas que van desde los treinta grados bajo cero hasta los cincuenta grados (de hecho, si has intentado eliminar los piojos con ayuda de un secador será más probable que dañes el cabello antes de que elimines la pediculosis), pero es en una temperatura intermedia cuando se encuentran más cómodos.
Las liendres, como cualquier huevo, debe incubarse a una temperatura constante (o, por lo menos, entre unos márgenes aceptables para la especie) para que crezcan. Las hembras de los piojos, conscientes de esta necesidad, las adhieren a menos de un milímetro del cuero cabelludo, para que sea el propio calor humano el que les proporcionen este ambiente propicio.
Si la temperatura ambiente es similar a la de nuestro cuerpo en el exterior (alrededor de veinticinco grados centígrados) nos encontraremos con una situación en la que el huevo del piojo ni siquiera necesita estar cerca del cuerpo humano para proliferar. Será en estas ocasiones cuando el parásito tiene más espacio para poner los huevos, y cuando la mayor parte de ellos terminan en una ninfa de piojo sana.
Los meses del año que cumplen estos requisitos son, como ya podemos imaginar, los estivales. Si los piojos tuvieran que escoger las mejores semanas para reproducirse sin duda elegirían las que van desde mayo hasta septiembre.
¿Y en invierno? ¿Hay piojos en esta época del año?
A pesar de que el calor es un gran aliado de los piojos, no es menos cierto que para poder expandirse necesitan que la persona infectada entre en contacto con otros niños y niñas. En caso contrario no podrán sobrevivir, ya que los niños que los padecen terminan, tarde o temprano, erradicándolos.
Los meses de invierno cuentan, por tanto, con un aliciente para su aparición, qu eno es otro que los juegos en la escuela, los trabajos en grupo entre los más pequeños y, por supuesto, los intercambios de prendas de vestir entre ellos. Si lo piensas bien, cuando tratamos cuáles eran las maneras más comunes de contagio de piojos y liendres, prácticamente todas podían asociarse con la época invernal.
Primavera y otoño ganan la partida
Los meses que cumplen ambos criterios (calor por un lado, y formas de contagio en colegios y similares por otro), son los meses de primavera y otoño. Es en esta época, de hecho, cuando los colegios suelen avisar a los padres sobre nuevos casos de contagio. Los niños siguen teniendo colegio, por lo que están en contacto físico constante con sus compañeros, y las temperaturas son lo suficientemente amigables como para que se produzca la expansión.
La prevención debe ser parte de nuestro día a día
Como vemos, a pesar de que hay meses en los que los piojos y liendres son más propensos a contagiar a nuestros hijos, pueden aparecer en cualquier momento. Debemos llevar especial cuidado en épocas escolares, ya que es en estos periodos de tiempo cuando sus cabezas pueden entrar en contacto con más asiduidad y facilitar la expansión.
En nuestro artículo sobre la velocidad de expansión que tienen los piojos (donde vimos que, en menos de tres semanas, podíamos llegar a tener más de mil liendres) veíamos que era a partir de la segunda semana cuando la infestación aumentaba de manera exponencial.
Por esta razón es recomendable realizar un seguimiento periódico del pelo de nuestros hijos e hijas (a ser posible siguiendo las recomendaciones para realizar una inspección de piojos correcta). Esta periodicidad en el seguimiento debe ser inferior a catorce días, para reconocerlos antes de que su población sea tan abundante como para que la eliminación sea más difícil.
Padres y madres, olvidaros del mito: no solo hay piojos en otoño
Uno de los errores que cometemos como padres es dar por hecho que los piojos son un problema completamente estacional. Es cierto que existen épocas del año en las que los piojos se encuentran en boca de todos, pero no podemos dar por hecho que no vayan a aparecer en otro momento. Su resistencia, que cada vez es más acusada (los últimos estudios demuestran que están sobreviviendo a prácticamente cualquier tratamiento realizado con champús y lociones antipiojos), les permite vivir con tranquilidad en un rango de temperaturas más amplio que los propios humanos.
Así que, como conclusión, debemos permanecer alerta en todo momento, ya que estos parásitos pueden hacer acto de presencia en cualquier época del año.